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Por alguna extraña razón los recuerdos pesan más de noche. Tal vez sea el silencio que amplifica los pensamientos y les da un eco más profundo o quizás sea la quietud del momento que nos aleja de las distracciones para enfrentarlos de frente a las memorias. Las heridas y la nostalgia de las que escapamos en nuestra jornada diaria, se hacen presentes, pero en lo posible debemos observarlas y gestionarlas, reflexionando en medio de ellas y los recuerdos, para poder sanar y continuar nuestros pasos con más lecciones que amargura.