Olvida lo malo que te hicieron, pero nunca la lección que aprendiste, porque si te quedas reviviendo el dolor, las heridas de tu alma nunca sanarán y no te permitirán enfocarte en lo verdaderamente importante, tu progreso. Toma la enseñanza que dejó ese mal suceso y aprovéchala, úsala como impulso para avanzar con más firmeza hacia tus objetivos.