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Nos hacemos más solitarios a medida que conocemos bien a la gente. Y no es porque nos volvamos indiferentes o distantes, sólo es que cada vez somos más conscientes de quiénes somos y qué es lo que verdaderamente queremos para nuestro entorno y para nuestra vida. Permitiéndonos tener conexiones más profundas y construir relaciones que realmente trascienden, sin que simplemente queramos llenar la soledad.