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Llorar no es suficiente, cuando lo que duele desgarra el alma. Las lagrimas son solo la superficie de la tormenta, mientras que la verdadera tempestad se desata en lo más profundo de nuestro ser. Desahogarse en llanto no siempre es suficiente, cuando el dolor es infinito y desgarrador. Pocos o nadie pueden percibir lo que realmente se siente y es por eso que cada quien tiene derecho a vivir esas situaciones a su manera y libremente.