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Liberemos a las personas que amamos de nuestras soberanas expectativas. No podemos pretender que los seres que estimamos giren alrededor de nuestros deseos, emociones y pensamientos, porque cada quien tiene derecho a ser, crecer y ver el mundo según sus criterios; lo mejor es verlos libres y si es posible hacerlos caer en cuenta de algunos errores sin exigirles que sean los mejores, ya dependerá de cada quien su cambio y progreso.