A veces somos tan ciegos y buscamos algo que sin darnos cuenta, ya lo tenemos, cuántas veces la felicidad toca a nuestra puerta, tratando de manifestarse, casi gritándonos que está allí para que la abracemos, pero nuestros ojos permanecen puestos en imposibles y el corazón tercamente no comprende que lo que tanto anhela hace mucho tiempo, ya lo tiene.
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