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Pero te llamé al sentir que me caía, y tú, con mucho amor, me sostuviste. Salmos 94:18. Dios siempre ha estado para nosotros en los momentos más tristes y complicados, allí sin dudar está para escucharnos entre lagrimas y desesperanza, para extendernos su mano y para motivarnos con su amor a seguir adelante; renovando nuestras ganas de volver a levantarnos más fuertes y decididos que antes.