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Nada en el mundo merece que uno se aparte de los que ama. A menuda, en la vida cotidiana nos distraemos con las exigencias del trabajo, las responsabilidades y los desafíos personales, olvidándonos de que las relaciones significativas merecen una atención prioritaria. Ninguna situación externa debería ser tan poderosa, que nos aleje de aquellos que amamos, porque son esas conexiones genuinas y afectivas las que enriquecen nuestro paso por la vida.