376
La sinceridad es una silla incómoda, sobre la cual pocos están dispuestos a sentarse. La mayoría no quiere herir mucho menos ser herido y evitan de mil maneras utilizar la molesta franqueza, pero con ella ahorramos tiempo y evitamos que en el futuro hayan tristezas mayores; por ella somos impulsados al cambio. Hay que practicarla, aplicándola y recibiéndola de una manera clara y respetuosa.