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Seguí con mi vida. Así, sin olvidarte, sólo aceptando que ya no estabas y que jamás volverías. Los momentos que compartimos siguen siendo parte de mi historia y de lo que soy, porque tu influencia de una manera u otra, perdura en mi vida. Aceptar tu ausencia no fue nada sencillo, pero con el tiempo aprendí que aferrarme al pasado frenaría mis pasos y mis anhelos. Te agradezco mucho lo vivido y siempre desearé que estés bien, dónde sea que te halles.