32
No trates de forzar las puertas, recuerda: cuando son de Dios, aún sin tocarlas, se abren. Él conoce tus anhelos, tus esfuerzos y te ha acompañado en cada paso, así que confía en que lo que merezcas, llegará en el momento indicado. Mientras tanto sigue avanzando de su mano, esfuérzate y sé paciente, porque cuando llegue lo que tanto has esperado, tu corazón estará en disposición de recibirlo.