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Lo malo es que cuando aprendes que no hay que darlo todo, ya has dado demasiado. Es la experiencia que finalmente nos hace entender que a veces nos entregamos a quienes no se lo merecen o a quienes no les interesa recibir nada de nuestra parte. Es importante encontrar un equilibrio a la hora de entregarnos y dar lo que tenemos, para evitar los abusos y las posibles decepciones.