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Hay cosas de la vida que es mejor contárselas a Dios. Porque sin juzgarte te escuchará y te llevará por el buen camino. Tristemente vivimos en un mundo corrompido donde la envidia se posa sobre los triunfos ajenos y la alegría sobre las desdichas de los demás. Por eso cuéntale con confianza tus planes y tus tristezas a Dios, en Él siempre puedes tener un gran confidente y apoyo incondicional.