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Aquellos que no saben dónde van, es mejor que no lleven pasajeros. Aquellos que carecen de claridad sobre su destino pueden acabar por confundir a quienes los rodean. Sus pensamientos y acciones son respetables, pero no deben tratar de influir sobre las decisiones de los demás. No está mal tener al menos un mínimo propósito u algún destino, que te brinde un impulso para levantarte cada día.