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Te puedes ir cuando gustes, pero no volver cuando quieras. Tienes la libertad de marcharte, es tu decisión y solo tú conoces las razones que te llevan a tomarla, pero no esperes que en el futuro se te vuelva a recibir con las manos abiertas. Sé consciente de lo estás haciendo y ten claridad sobre las posibles consecuencias que traen tus acciones.