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Si tu batalla depende de lo que haga otro, ya la tienes perdida, porque el control de tu vida no debe estar en manos ajenas. No puedes esperar a que alguien más tome decisiones por ti, que actúe como esperas o cambie para que todo salga a tu favor. Enfócate en lo que sí puedes controlar, en tu esfuerzo, tu actitud y tu disciplina.