129
Sabias que me estabas hiriendo, no te importó seguirlo haciendo y continuaste lanzándome frases cortas y heladas como dardos directo al corazón. Tu indiferencia y una cantidad de acciones recurrentes y absurdas apagaron mi paciencia; por mucho que te quiera, no puedo tolerar que conscientemente me lastimes, no merezco eso y tú más que nadie lo sabes.