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Primero Dios, después todo lo demás. Pon a Dios en el centro de tu vida, Él será tu guía en esos momentos de confusión, porque su amor y su sabiduría siempre superarán cualquier dificultad que se pueda presentar ante ti. Con Dios al frente, lo imposible se hace posible y cada paso estará lleno de confianza gracias a su poderosa presencia y bendición.