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No pierdas la calma, Dios sabe lo que hace y qué te mereces. Mantén firme tu fe y confía en lo que Dios tiene reservado para ti, tienes la tranquilidad de obrar de acuerdo a lo que siente tu corazón, siempre queriendo hacer el bien, Dios nunca te abandona, toma fuerza y sé paciente, sabes que tu recompensa será muy grande.