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“No importa que el cuerpo se vaya volviendo deforme y feo, si el alma se va volviendo más hermosa y agradable a Dios”. Nuestro cuerpo puede experimentar cambios que quizás consideremos negativos, tales como la perdida de la juventud o alguna deformidad, pero lo que realmente importa es la evolución de nuestra alma y su relación con Dios. La verdadera belleza radica en la espiritualidad y la bondad, cada día nos desprendemos más de este mundo terrenal y entendemos que lo que realmente significativo, es nuestra conexión con lo divino.