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El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir sencillamente por fuera. Cuando una persona se sumerge en un proceso de autoconocimiento y crecimiento personal, tiende a simplificar su perspectiva de la vida y comienza a enfocarse en lo verdaderamente importante. Prioriza las relaciones significativas por encima de las posesiones materiales, valora más su estabilidad mental y física que eventos dónde deba sacrificar su paz. Porque ha encontrado una mayor armonía abrazando su esencia.