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No fue la curiosidad la que mató al gato, no fue así, fue la duda y esa mata a cualquiera, las dudas desgastan, confunden y envenenan poco a poco los sentimientos, ellas te atan de manos, te sellan los labios ahogando cualquier impulso que tengas y te frenan. Por eso deshazte de toda esa incertidumbre, porque el fracaso más grande que podemos tener en la vida es nunca haber intentado nada y quedarnos con la duda.