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Los sentimientos reales asustan a quienes tienen por costumbre fingir. Porque viven de mentira en mentira y al sentir que hay un sentimiento verdadero sienten temor; lo verdadero les aterra y no es para menos, nunca estarán preparados para ser amados. No son capaces de recibir lo que no pueden dar, son tan poco comprometidos, que mejor abandonan a quien saben que les puede querer más que a ellos mismos.