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La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce. Es un ejercicio de autocontrol, donde resistes, esperas y a veces soportas situaciones complicadas, pero aunque resulte desafiante, en especial cuando los resultados no llegan inmediatamente, puedes cultivarla y te servirá a largo plazo, porque descubrirás que tiene una recompensa maravillosa. Aprende a confiar en los procesos y a comprender que todo tiene su tiempo; fortaleces tu carácter y permítete disfrutar con mayor gratitud de los dulces frutos que te ofrece la paciencia.