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En el mundo no hay nada tan difícil como la franqueza y nada tan fácil como la adulación. Ser franco requiere valentía, ya que implica decir lo que realmente se piensa sin disfrazar nada, no busca aceptación de los demás, además de ser una de las mayores muestras de respeto donde se tiene el tacto de ser concreto y sincero. Por otro lado, la adulación se basa en el deseo humano de ser reconocido y aceptado, porque muchas personas prefieren escuchar halagos vacíos antes que enfrentar una verdad incómoda.