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Dios no te da la fuerza para fracasar, te fortalece para vencer y crecer. Es por eso que no debes desanimarte, levántate cada día con absoluta confianza en tus capacidades y en las bendiciones que Dios te entrega desde el primer segundo de tu vida. Vence la tristeza, vence las dificultades y aprende de todo lo que ahora te sucede para que puedas ser una mejor versión de ti.