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Deja en manos de Dios este bellísimo día. Dedícate a vivir y a disfrutar de las incalculables bendiciones que pone sobre tu alma; tienes su protección divina y ese inmenso amor que te brinda. Venga lo que venga, relájate porque Dios es tu mejor compañía y nada estará contra ti. No dejes de esforzarte, pero eso sí, no insistas en preocuparte.