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Confíale a Dios tus sueños y tu descanso. No hay mejor manera de tener una noche tranquila que encomendarle todos tus proyectos y cada anhelo que nace de tus pensamientos a tu mayor protector; duerme con la tranquilidad de que dentro y fuera de tus sueños, Dios estará resguardándote y también a todo cuanto amas.