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Camina con calma, Dios te acompaña. En medio de las prisas y las preocupaciones cotidianas, tienes su poderoso apoyo que te guía y protege en cada momento. Así que conserva la tranquilidad para que aprecies la belleza de la vida y puedas sentir su presencia, tomando así decisiones más acertadas y aprovechando muy bien las bendiciones que a diario te obsequia.