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Al final gana lo simple, porque en la sencillez es donde reside la verdadera felicidad. No son las posesiones ni las ambiciones desmedidas las que llenan el alma, sino los instantes que nos hacen sentir vivos. Una charla, un paisaje, un abrazo inesperado. La vida no enseña que lo más valioso no siempre brilla, sino aquello que nos transmite paz, lo que nos hace sentir en casa y en armonía. Al final, lo simple es lo que perdura.