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Tan valiente, que sacó de su vida todo aquello que no hacía juego con su sonrisa. Se cansó de cargar con lo que pesaba y de sostener vínculos que le dolían, ya no quiso fingir que estaba bien sólo por no incomodar. Aprendió que la verdadera fortaleza no siempre está en resistir, sino en soltar lo que apaga la alegría. No fue sencillo, porque dolió mucho, pero comprendió que no todo lo que se suelta conlleva a una pérdida, muchas veces es una liberación acompañada de una inmensa lección para tener en lo posible una mejor vida.