Sigue rompiendo tu corazón una y otra vez, hasta que se abra. Porque cada grieta y cada dolor, es una oportunidad para que entre más luz, más amor y más comprensión. En las experiencias difíciles es donde aprendes a ser más compasivo, más fuerte y un poco más sabio. No te cierres ante el dolor, permítete sentirlo, procesarlo y sanarlo, así con cada cicatriz te volverás más resistente y serás capaz de sentir sin temor. Llénate de amor propio y compártelo, eres más fuerte de lo que crees y cada desafío te acerca más a convertirte en una mejor versión de ti.