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Siempre sobran motivos para decir: ¡Gracias Dios! Empezando por el inmenso regalo que es la vida misma, por esa fuerza que nos otorga cuando sentimos que ya no podemos más, por la guía que nos brinda en los momentos más confusos, por ese sinfín de bendiciones que nos entrega cada día y su valiosa e inmensa protección. Tenemos demasiadas razones para agradecerle hoy y siempre.