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No cualquiera tiene la fortaleza para irse de donde quería quedarse toda la vida. Requiere una inmensa valentía reconocer que algo ya no es para nosotros, aunque alguna vez lo fuera todo; se necesita firmeza en el corazón para soltar una situación, un lugar o una persona que alguna vez fue el centro de nuestra tranquilidad. Pero hay que entender que debemos soltar para seguir y ofrecer una oportunidad mutua para seguir creciendo, es un acto de amor y por mucho que duela tomar esa decisión hay que hacerlo para seguir en constante aprendizaje y evolución.