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Los problemas y los buenos momentos son como las olas del mar, van y vienen. Asumamos que nada es eterno y por eso debemos tener la voluntad de aceptar cada situación y sacar el mayor provecho de lo bueno o malo que venga a nuestra vida; disfrutando de lo agradable y enfrentando lo difícil, aprendiendo las valiosas lecciones que nos entreguen los sucesos del día a día.