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Las palabras que no van seguidas de los hechos no valen nada. No se hace nada con dejar en el aire cientos de palabras que no van unidas a acciones concretas, si nada las ata a la realidad el tiempo terminará llevándoselas, porque no tienen ningún peso, no tienen una consecuencia que las haga perdurar y de nada valen las promesas de quien las diga, si no asume un compromiso real por cumplirlas.