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La soledad es un poco dura al principio, pero jamás traiciona. Quizás genere un poco de dolor porque nos enfrenta a nuestros pensamientos y a todo lo que hemos evitado sentir. Pero poco a poco deja de ser enemiga y se convierte en maestra, no finge, no miente, no promete lo que no puede cumplir; no juega con tus emociones, ni te devalúa y en su silencio te enseña a escucharte, conocerte, sanar y mejorar. Cuando aprendes a estar bien contigo, descubres que la compañía de otro no es primordial y lo único que importa es tu espacio lleno de tranquilidad.