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Entrégale tus preocupaciones a Dios para que puedas dormir tranquilamente. Nada puedes resolver si te pasas la noche en vela, desde tu cama no puedes solucionar lo que ahora te aqueja, mejor abre tu corazón y cuéntale a Dios todo aquello que te inquieta, pídele que sea un faro que te guíe. Relaja tu mente y confía en que Dios y tú, desde mañana resolverán todo juntos.