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El dulce sabor del triunfo sólo se aprecia después del trabajo duro. Cada paso, cada obstáculo superado y cada sacrificio se convierten en los ingredientes que hacen que un logro tenga un significado especial. No se trata solo de alcanzar una meta, son las lecciones aprendidas y la fortaleza desarrollada a lo largo del camino, lo que hace que el corazón se llene de orgullo y satisfacción.