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Alza tus palabras, no tu voz. Es la lluvia la que hace crecer las flores, no los truenos. Exprésate con claridad sin elevar el tono, encuentra las palabras correctas y procura transmitir un mensaje de manera impactante sin necesidad de asustar o minimizar al otro. No impongas tus opiniones, mejor muestra tu perspectiva amablemente y deja que el otro reflexione por su cuenta y lo aplique o no a su existencia. Ten paciencia y respeto; es cierto que deseas ayudar, pero todos vamos por la vida según nuestro tiempo y capacidad.