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Algo muy simple, muchas cosas nos gustan, pero pocas de verdad nos enamoran y es que es más sencillo disfrutar desde lejos de aquello que nos atrae, pero lo que de verdad nos conquista nos alimenta el alma invitándonos a alcanzarlo, tomarlo en nuestras manos y valorarlo. No es complicado entender la diferencia entre algo que solo deleita la pupila y otro que nos hace vibrar con fuerza el alma.