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Usted y su pésima costumbre de venir a mi mente y no quedarse en mis días. Sin previo aviso entra apoderándose de cada rincón, negándose a abandonar mis pensamientos. Sin importar cuánto lo intente, sus huellas permanecen grabadas en mi memoria y me resulta imposible escapar de su imagen; usted aparece como sombra y no como realidad. Cuánto quisiera que, así como le llevo en mis memorias, pudiera tomarle de la mano cada día de mi vida.