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Una cara bonita envejecerá, un cuerpo bonito puede cambiar, pero un buen corazón siempre será un buen corazón. Con los años la apariencia externa desaparece, pero las acciones y emociones sinceras perduran en la memoria de quienes las dan y las reciben. La belleza interior es la enriquece la vida hasta nuestros últimos días, es la que nos llena de alegría porque con ella contemplamos la verdadera esencia de nuestra existencia.