45
Un buen día aprendía a ser mi propio consuelo cuando me siento triste. Comprendí que no siempre tendré a mi alrededor personas que me comprendan, me acompañen y me llenen de ánimo. Descubrí que sólo yo podré estar presente cuando la vida sea complicada, cuando el mundo me de la espalda y ahora cuento con las herramientas necesarias, para volverme a poner en pie, para consolarme y seguir adelante, sin tener que obligar a nadie a que venga a rescatarme.