191
Te apuesto todas mis heridas a que ya no puedes romperme más. Tantas batallas he librado y tantas amarguras he vivido que ahora ya nada me hace mal, con el tiempo he comprendido que no es el daño que tú me puedas hacer sino el que yo te permita ejercer contra mi, así que no te preocupes, al fin tengo el alma tranquila y la conciencia clara, por eso ya nada ni nadie puede dañarme más.