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También hay paz en las desilusiones. Aunque al principio duelen, incomodan y desordenan el alma, con el tiempo revelan verdades que necesitabas ver. Las desilusiones nos despiertan, nos llevan a soltar expectativas irreales y nos acercan a una versión más consciente de la vida y de nosotros mismos. Aprendes que no todo es como crees, que algunas personas no pueden darte lo que esperas y que no todos los caminos no son para ti. Cuando se asimila la desilusión y cuando sueltas sin rencor comienzas a tener una mirada más clara de la vida y un corazón más fuerte, llegas al punto donde ya no te aferras y es allí cuando obtienes la tan anhelada tranquilidad.