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Sonreír desde la tristeza cuesta el doble. Es muy difícil disimular el dolor en el mundo cotidiano sin que sea detectado, sentir que te consume a diario sin que puedas expresarlo, sin que nadie lo entienda. No hay manera de comprender la fortaleza que se necesita para sonreír, cuando tu corazón está hecho pedazos y sumergido en la más profunda tristeza.