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Si un problema tiene solución, no hace falta preocuparse y si no tiene solución, preocuparse no servirá de nada. Entiende hasta donde llegan tus capacidades y posibilidades, si puedes hacer algo no hay sentido alguno para que te mortifiques; nada ganas con preocuparte, relájate y pensarás con más tranquilidad y mejor las cosas.