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Si las personas conocieran el valor de las palabras, le darían más valor al silencio. Ellas tienen la capacidad de engrandecer o degradar a alguien; un pequeño discurso en algún momento de la vida de cualquier persona puede hacer una gran diferencia. Hay que saber qué decir y que no, cuidar muy bien nuestros pensamientos y saber el momento adecuado para llevarlos a las palabras o a los textos.