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Recordar un buen momento, es sentirse feliz de nuevo, es volver a ese instante en que todo parecía estar en su lugar y el tiempo pareció detenerse. Cerrar los ojos y permitir que la memoria te lleve a la sensación que te produjo ese instante y te provoque una sonrisa, es maravilloso. Los recuerdos son refugios invisibles, tesoros del alma que nos demuestra que la felicidad vive dentro de nosotros y podemos recurrir a ella cuantas veces lo queramos.